Gioconda belli el ojo de la mujer pdf




















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El ainoi coire por ini pclo y se agita en el aiie, se desperdiga liacia todos los horizoiitcs donde alguna vez anduvimos gozando piel con piel, calor contra calor. Embistes mi hombro izquierdo, lo sitias dcsde el cuello, lo asaltas con las flechas de tu boca. Embistcs mi hoinbro izquierdo ferozy dulcemente a dentelladas. Nos va envolviendo el amor c.

Mc Ciic iiaciciido coiiio iiii;i iiiicv:i iiiiidn dc ciilcl,r;i. Mi cuerpo, cuando lo cercan tus b m o s , se convierte eii caballo, en yegua y sale a galopar por el placer de un beso. Mi ciierpo coi1 todos siis rcsqiiicios inipre lcs,rasga la iioclic coi1 sil nitit:ir de gi1irari. Mi cuerpo desde sicinpre parece Iiabcrrc qiicrido, Iiabertc cst:ido esperando. Uii lihia donde cstarctnos felices o ;ii. Ya conocemos la lectura de las huellas, el paso del piiina y el danto. A ratos cainiiic sola iiiieiitras vos adelantabas la iiiarcha.

Vos me diste la mano y seguimos cnmiiiando. Jndeo de tristeza y lloro dc aiiior ciiccrrada coiiio tigre enjaulado en las noches, «yendo tu palabra, tu cabeza en la almohada cercana. Leo los poemas de los muertos y siento que esta sangre con que nos amamos, nos pertenece. Sus pies van en los vientos donde el espacio es hondo. Szrs ojos son velados, nebulosos, vuela en la noche en busca de un amante lejano.

Me desgasti. Escarbar la esperariza en la desesperanza, buscarle a lo ainargo cl conocido, presentido, sabido, sabor d e la iniel. Tu morada de las suaves paredes. Se siiceden. Soy yo la que construye esperanza sobre la hierba. Los arroyos y los valles de las corrcrias bajo la lluvia. Los poeinas vuelan coino bandadas de palomas sobre la cabeza.

Todo esto lo observo desde [ni celda virgen donde nadie penetra. Sin embargo soy feliz. Los caiiipos arados. Miiios cs1. Fscribo inaiiuscritos viejos y reescribo iiiia iitieva liistoria del inoiiclo. El alnado no llega. Me dicen que la perseverancia es virtud de los triunfadores. Eiitonces doy vuelta al reloj de arena y dibujo en laigos pergaiiiinos la siistaiicia de mi felicidad.

XI El ainor de mi Iiombre iio que'. ES la marea subiendo lentamente las csquinas de piedra de mis manos. Es In tiniebla absoliita o la m. Scguramcntc Iiiibicra pasado a tu lado siri mirarte sin que iiie vicr;is. Debes dejiriiielo p;ilpitaiido, trasplantado, poco ciifernio segiiranicnte, pcro vivo y alcreando vida. Ni siquiera pretendo exainitiar, en cuanto tales, los versos de Gioconda o los medios de que se vale para dar forina a su poesa.

Slo deseo, con lo dicho, despejar el caiiiitio n la lectura de sta. No iiie parece que haya inejor manera de acercarse a tina poesa como la suya, que nos hace participar dircctamcntc eii ella y por lo tnisino compartir su propia rcvel:iciGti. Sin embargo, no debo pasar adelante sin indicar ligeramente algo sobre el carcter y el movimiento de sus versos cii relacin a.

Mejor dira que surge en ella como de ineludible necesidad. Tanto sus versos como su lengua prodiicen, por lo mismo, esa constante y a la vez siempre fresca impresin de absoluta cspoiitaneidnd que es q u i d lo prinicro eii llamar la atencin en la lectura de su poesa. Es que el verso y la leiigua y la pocs:i. Una inujer a quien lo vivido pareciera dejarle una carga eniotiva que le resultara quiz irresistible si iio pudiera a veces darle salida en forina de poeinas.

Eti cicrto modo hace poesa como una bailarina que, poseda por la inisica. I'ero, siguiciido la iirctfora, la daiiza de sus versos no cs violenta o frentica, ni en realidad inteiis? Su poesa parece para ella un descanso y hasta quiz un alivio. Al lector le transmite una sensacin de apaciguamiento y de gozo colmado. Sus versos rugen y desalnrecen, en todo caso, sin llamar la atencin coino versos dentro del movimiento del poema.

Son a manera de onda de diferentes longitudes que slo llaman brevemente la atencin hacia lo que antes se llamaba el foiido del poeina o, regresando a la iiiet. Ella iiiisrna parcce no darlcs iinportaiicia -salvo, iinturalniciite, la que le danios, por ejeniplo, a la respiracin- y ni siquiera verlos como versos. Por otra parte, en la poesa de Gioconda Belli, tanto los versos como la lengua son adems de suyos e incoiifuiidibleniente suyos, una indudable derivacin de la poesa nicaragense pos-.

Forman, por consiguiente, parte del proceso el deseiivolvimiento o desarrollo- del verso y la lengua de la poesa en Nicaragua. No liay que olvidar que el verso es solamente un inolde, visual o auditivo, ms o meiios elstico, cii que depositamos, por as decirlo, el contenido -el seiitido, cl calor, el color, el sabor- de iiiiestsa lengua para la comunicacin dc la pocsa. S podeiiios escribir pocsn cii iiliestra propia leiigua o eii otra que liayarnos beclio realineiitc nuestra.

Yo, siti eiiibargo, iio coiiozco iiiiigii gran poeta qiie lo haya sido a la vez en dos leiigiias. Aunque de haber seguido cscribicndo en ingls, probahleiiieiite habra dado, Saloniii de la Selva, su propia medida -como se puede presentir eii siis poemas de livpicfil town-, no cabe duda que su grnti poesa la escribe eii espaol.

Ni qiiC decir que Maiagall iiicairieiire cii cava1;iii es M:ii. Cuanto ms grande es un poeta ins hondamente se identifica con su lengua. Slo en ella descubre y establece su propia identidad, que en otra lengua, desde luego, no sera la misma.

Las lenguas tienen, como los hombres, su personalidad -lo que an suele llamarse su propio genio- por lo que se distinguen de las otras como los Iioriibres entre s. Uii gran poeta en dos lengiias, sera quiz un caso de doble personalidad. Aun los que hablar1 y escriben dos o ins lenguas con10 propias, slo se identifican en realidad si es que pueden hacerlo- con una de ellas.

En todo caso, es eii su lengua donde el poeta es poeta y donde slo puede realizarse conio el poeta que es l. En Nicaragua lo que Iiii Iiabido, desde Rubii hasta cl prcseiite, iio slo es iin proceso de iiaturnlizaciii dc la pocki, sino.

No, por lo meiios, expei-ieiicia creativa y muclio ineiios de lo qiie hoy -precisamente gracias a la revolucin iniciada por Rubn- se rcconoce corno poesa. Ellos y ins que todos el propio Rubii, es innegable que trajeron o ms exactamente renovaron el sentido de la poesa como experiencia y novedad.

Por eso mismo es que se ha diclio que el aparecimiento de Rubii en Sudamcrica y Espaa fue un verdadero despertar. Lo que llamaron moderiiismo y lo que se ha derivado o Iia vciiido tras l -y en Iliicna parte contra l- en re:ilidad soii slo aspectos o simlilcmciitc cambios de tina tiiisina rcvoluciii ocurrida en la lengua y qiie quiz est lejos todava de llegar a un cliniax.

Aunque no fuera ms que por eso, la lcrigua de Rubii era naturalmente la que corresponda a su situacin tanto como a su genio. Taii por encima estaba entonces de lo que se consideraba la cxperieiicia comti -el comn de la gente deca no entenderlo- como de las diferencias y matices del habla en los distintos pueblos y pases de la inisina leiigua.

LO malo de esto, siii cnibargo, es tener quc decirlo y peor an con insistencia, porque no se es deliberada o voluntariamente, sitio naturalmente nicarageiise. Como tainpoco deliberada o voluntarianiente, sino natiiralmente natural.

No estara de mis que ese proccso lo iiivestigaran las universidades nicaragenses, aunque en esta materia tan pronto como intervienen los profesores de literatura, con sus disecciones y clasificaciones, coinieiiza a decliiiar el inoviniierito vivo y el deseiivolvimierito natural.

Slo Fernando Silva ha podido hacer uso, en su poesa como en sus cuentos, de la autntica lengua popular nicaragense sin caer en la afectacin de un dialecto regionalista que slo existe en la imaginacin de los que lo simulan, sino al contrario, manteniendo su inconfiindible calidad potica a la par del ms puro sabor nativo.

Carlos Martriez Rivas es, a mi ver, el poeta nicaragense en el que la tensin entre la lengiia creada por la pocsa y La que iisaiiios ordiii;iriainente eii la coiivcrsaciii se poiic cii jiicgo y sc iiiaiiificsta iiis cliii. Tainpoco puedo, coino qiiisicri, deteiicrn1e cii csto. De todos inodos es un heclio que, en Nicaragua, el tnovimiento de la lengua de la poesa principalmente ha sido en dircccin de la que se habla en el pas -la que emplean los poetas cn la conversaciii- sin apartarse, desde luego, de la poesa como experiencia autntica.

De esa manera y en buena parte por influencia de la poesa norteamericana d e entonces en el grupo de poetas nicaragenses que, desde el aio 27 al 36, figuraron en el llamado movimiento de vanguardia y todava ms si cabe en la siguiente generaciii -como se puede, por ejeinplo, ver en la lengiia de la poesa de Ernesto Cardenal- n lo que se tciidn cspoiit:iic:iiiiciirc cra a poiicr cii prctica, sin conocer o recordar qiiiz su procedciicia, lo que de muchos modos repeta Ezra Pound: no decir nada en verso que no pueda decirse con las mismas palabras o frases en la conversacin corriente, en inoineiitos de diferente intensidad emocional.

En general se trata, me parece, de mantener el contacto directo de la vida con la poesa. De igual inaiicra que solainente cii nuestra propia lengua podemos dar con toda nuestra propia poesa, slo cii el marco dc lo nacional se da con toda pkiiitud Lo personal. La verdadera personalidad puede considerarse como una persorializacin de la nacionalidad.

Tambin en tal sentido es que soinos de nuestra leiigua, o mejor dicho, en nuestra lengua, tanto o ms que en la tierra o simplemente de la tierra donde tenemos nuestras raices.

Es en su leiigiia, por cotisiguieiitc, donde Giocoiida Belli puede ser, como lo es cn efecto, pleiiamente ella riiisina. La verdad es que a difereiicia de la poesa de casi todos, la de Giocoiida Belli no se deriva de la poesa sino de la vida y ms concretamente de la suya propia.

Eii iodo caso, es por sil ,leiigiin qiic su poesa es su iiiiiiiera clc rc:iliz;ir sii 1ibcrt:id. Esto no puede ms que coiiducir a una mayor autenticidad, porque la libertad es precisamente lo que Iiace y al fiii de ciiciiras necesaria, la autenticidad. Esto, claro, nos metera en otra larga disgresin. Pero llegados a. En este caso, por lo menos, no hay iufis salida qiie la entrada a la poesa de Giocoiida Belli.

Thoi-eau deca que slo e" poesa poda hablarse de poesa, que vicnc a ser lo mismo que decir qiie slo la poesa puede hablar de s inisnia. Esto no cs propianiente decir, coino 16 haca11 los devotos de la poesa pura, que la poesa no puede hablar ms que de la poesa. Me parece que la poesa, como hasta aqu lo ha hecho, de todo puede hablar y de todas maneras -aun las an tenidas por no poticas- ya que cs lo que es porque lo que dice de la tnaiiera eii que lo dice es la pocsa.

A la poesa no se llcga sino por el poema y en el inistno poema, porque slo es en l donde sus elementos, relaciones y movimientos cxisteii coino poesa. Pero la poesa no solaineiite cii s inisma, ni tampoco la de cualquier poeta en particular y ni siqiiiera la poesa de un solo poema, se puede definir o analizar como poesa y aun describirla es descubrir otra cosa distinta de la poesa misma.

Sera intil, por lo tanto, y por aadidura fatuo,. Los cllic Icciii este libro de poenlas de Gioconda Belli y no logren el iiiinediato conocimieiilo, la cxpcriericia direcra de 10 que es poesa, q"" pierdan la esperaliza -1mcirrtr ogni speranza- de llegar a. PorcLztn La Revoluciii Popular Saiidinista. Gioconda misma y su poesa, que no son dos sino una sola cosa, era ya parre de la materia prima de la revoliicin.

Porque ya haca muclio tiempo, mejor dira, siglos, que la revolucin arda en las entraas del pueblo nicaragense, pero hasta haca poco, hasta quiz poco despus del ltimo terremoto de Managua, es que empez la revolucin a dar signos de vida eii el alma y cl cucrpo de las mujeres del pas.

I,a de la mujer nicaragiiense era despiis de todo iina revoluciii de la pocsa y el amor, o del amor y la poesa, que en la mujer ins que en el hombre son uiia misma cosa, como lo cran tambidii, a su propio iiivel, ciitrc las saiidiiiistas y los sandinistas dc la clandestinidad.

Una poesa de ainoi- abicr10, ciiando no hermtico, pero autntico, trmulo, vivo, que pasaha coino una corriente de vida, como! Mientras Ana Ilse, la intensa y contenida morena, se dira que extrae, con excruciaiite necesidad, de la mdula de sus huesos, la deliciosa concrecin potica de su ms ntima experieiicia femenina.

Gioconda Belli como que exuda por todos sus poros la poesa vital, viva, carnal que llena toda su humanidad y que iiattiralmente brota de su piel, coniocl sudor del cuerpo de una muchacha quc corre desnuda en la costa del mar. Esto lo digo especialmente de Gioconda Belli. En Nicaragua, entre las mujeres, hay por lo menos media docena de poetas exccpcionalcs, tan buenas como las mejores de cualquier parte.

Eiitrc cllas, coino citti-c cllls, gi. Su pocsa, inmediata, itnica, inconfundible, una de. As nos pasa, veo, con todas las que leemos en nuestra propia lengua, tan suya en ella, como tambin seguramente a los que slo pueden leerla en otras lenguas a las que ha sido traducida. Uno al menos se siciire tentado a decir de Gioconda Belli que est ciitre las grandes poetas -bueno, digamos poetisas por las que antes sufran o todava aceptan ser as llamadas-, que es una de las grandes poetas erticas de todos los tiempos.

De las pocas mujeres que han Iieclio franca y sincera poesa de aiiior. Erotisino y amor estn iiiextricableincnte cotijiigados en sus poemas, en casi todos ellos, con todas las setisacioiies y sentiinietitos de placer y dolor, de angustias y goces, alegras y penas, que siempre les acotnpaaii, y que slo podemos saber cmo son en los textos de su poesa.

Tcji Jclicadaiiieiicc inis iiervios y balaiicc con cuidado el iitmero de iiiis Iiorinonas. Compuso ini saiigre y iiic iiiycct coi1 ella para que irrigara todo mi cuerpo; tiacieron as las ideas, los sueos, el itistinto. Imantada ini sangre con la naturaleza, sintiendo el llaniado del monte para correr coino venado desenfrenadaineiite, sobando el aire, o andar desnuda por las caadas untada de grama y flores machacadas o de lodo, que Dios y el Hombre me permitieran volver a mi estado primitivo, al salvajismo delicioso y puro, sin iiialicia, al barro, a la costilla, al amor de la Iioja de parra, del cuero, del cordero a tuto, al iiistiiito.

Perdernie por 10s montes embriagndome de aire de flores borracha de primavera de amor de deseos haciendo nacer rboles, vida, desperdigndonie por el mundo eii gritos de gozo, en crujidos de ramas, ser una con la tierra en un rbol espeso.

Miciitr;is c:iiiiiiio sigo Ileiiaiido de Iiojas la casa. Mis raiiias cstorbaii cii cl cuarto, sigo enred5iidome en todo; ya mi nariz tambin se ha puesto verde y mis olores Iiaii caiiibiado, tropiezo con los mucblcs y iiiis picrii:is estn roiiipiciido 10s I:idrillos, buscando la ticrra, ciircdiiidoiiic.

Con mis dedos rne toco toda re-coiiociiidoiiie entre las Iiojas y las rainitas y las florcs que Ilciiari ini 1,oca y Iiaii teiido triis dientes. Mi boca llena de flores moradiras Iia cuajado mi cuerpo y estoy enredadera, metaiiiorfoseada, espinosa, sola, lieclia iiaturaleza.

Dc csperar iiids. Ms lic de recol-dar que estoy aqu y que seguir6 aiilielaiido, ag. Cmo puedo agarrar la ilusin, emptiiarla en la inano y so1i:riel:i cii la ciii-a cniiio una paloma feliz que salie1. Aspera de vida. Te vas, tc vens, y cIcj:is aiiillos cii. Acariciarte cerebralnicnte o meteriiie eii tu corazii y explotar con cada uno de tus latidos.

Sembraste coino uii gran rbol en mi cuerpo y cuidar de tus hojas y tu troiico, darte ini sangre de savia y coiivcrtiriiic cii tierra liara vos. Siento iiii viciito cosqtiilloso cuando cstamos juntos, quisiera coiivcrtiriiic cii risa, Ileiia de gozo, retozar en playas de ternuras recin descubiertas,. Hubiera sido tan Iicrmoso poder entrar por su peqiiea puerta, recorrer sus salados corredores, esperarte en los cuartos de conchas, Iiabliidote dcsde el balcn con la boca llena de espuma blanca y transparente como mis palabras, esas palabras livianas que te digo, que no tienen ms que el peso del aire entre mis dientes.

Es tan hermoso conteiiiplai el iiiar. Hubiera sido tan Iicrmoso el mar desde nuestro castillo de arena, relamiendo el tiempo COII la teriiiii. Nos liemos abandonado al desamor, al desgano de vivir colectando Iioras en el vaco, en los das que se dejan pasar y se vuelven a repetir, intrasceiidentes.

Estar diliicidando nubes. Tratando de ponerle a mi corazn la nianclia grande del amor. Me conmueve verte dormido, hundido en las sbanas con el abandono del sucio, eiiigmticaineiite eiiccrrado eii tu ciicrpo.

Tambin yo ine donnir y entonces quizs te despiertes y pienses esto que yo estoy peiisarido, tal vez me imaginars enredada en algn rbol enmaraado de los qiie sabes que me encantan y ine quieras alcanzar tocndoine, saciiidoiiie del niiitisino de estacin de radio apagada, volviiidoiiie a traer Iiacia tii lado, Iiacia el anior qiie nos dio el sueo.

Te vendrs conmigo: Haremos un rito del amor y una cxplosiii de cada uno de nuestros actos. Crecern las ciudades, se extender la Iiiiinaiiidad iiivadiiidolo todo; nosoti-OSdos sereinos eternos, porque siempre habr un lugar del niundo que nos cubra y un pedazo de tierra que nos alimente.

En el crepsciilo, llena de aiilor, tile doblo y luego voy a espeiarte. Mis Iiormoiias cst. Todos los meses esta comunin del alma y el cuerpo; este seiitirse objeto de leyes naturales fuera de control;. Ya las plaiiicics d e ini vientre, van cogiendo la forma de una rcdotida coliiia palpitante, iniciiirns por dentro.

FETO '1. Yo era u11 solo dolor miedoso, esperando ver salir de entre mis piernas un sueo de nueve meses con cara y sexo. Me siento en la mecedora, la acuno, y al priiner quejido, empiezo a dar leclie coino vaca tranquila. EII:1 viiclvc :i scr ili:i, pcgidita a m, dependiendo de m como cuando slo yo la conoca y viva en mi vientre.

Cerr dc iiuevo su corazn dc palnia. Termin su Iccciti dc 24 horas en qiic la vida es un juguete que se arma y desarma. Qu linda se vc mi muchachita dormida! Parece un mar que se quedara quieto de repente, o una cancin que no necesitara viento para orse; mi muchachita-milagro, mi deslumbrante mujercita en iniiiiatiira Mi amor es coino un cntaro que, lleno de agua, nunca se rebalsa.

CREDO Escribir para darle foriiia al inundo, para delinear el perfil de la lgrima, la tristeza del rbol cortado. Escribir para despojarnos de la maana recin nacida, para irnos desnudando del dolor y la alegra, para re-vestirnos otra vez, del sol, del mar, de la pareja que inspira ternura sin saberlo. Diiciiie siii pasado obsesivo aiiattiiico o crtico. Dtcnie sencillo. Ando iiiia sensacin extraia en la cabeza, una sensacin de olas reventando, de presa contenida de tnel de viento.

Siento que soy un bosque que hay ros dentro de m, montaias, aire fresco, ralito y me parece que voy a estornudar flores y que, si abro la boca, provocar un huracn con todo el viento que tengo contenido en los pulmones. Me va persiguiendo el presentimieiito del poema prximo a nacer, naciendo como ahora, brotando tina primavera en mis inanos. I'iiedc que ests eiiterr. Puede que ests all enterrado con todas las ollas que yo pint para ti en las largas noclies de luna llena, cuando esperaba que regresaras con el espleiidor de i i i i Ieii cansado despiis de la caza, a buscar abrigo sobre niis piernas.

Puedc qiie ests all, que seas nada ms que un recuerdo blanco y polvoso, un conjiinto de meinorias. Yo te traigo cii el tiempo Iiacia iiii riucva rcencariiaciii iiiestiza y atllo de dolor porqiic te Iic perdido. Indio salvaje, me haces seas a travs de los siglos, a travs de todos los descubrimientos, viiclves a vivir en mis ansias de monte, de desnudez As qiiicrcii Iiaccriios a sil niodo algunos poetas, siguiendo la vieja tradicin paternalista tratan de adoptariios a falta de poder alircsar cl viciito, la fi.

Riiinonos por dentro y saludmoslos muy serios, por fuera No es pecado tratarlos con su misiiia iiioiieda: Iiipcrits. Edifiquemos nuestras vidas siii patrociiiadores, teniendo slo a Dios coiiio juez y testigo. Prcficro acnb:ir inis di;is cii ;iIgiiiia i. Uno iio cscogc el tiempo para veiiir al inutido; pero debe dejar Iiuella de su tiempo.

Nzidie piiede evadir su responsabilidad. Nadie pucde taparse los ojos, los odos, enmudecer y cortarse las manos. No cscogitnos cl inoiileiito para vciiir al miiiido: Ahora podemos Iiacer el inundo cn quc iiaccr y crecer la semilla que trajimos coi1 nosotros. Eiitre las milpas, enterraremos los cadveres de los heroes para que les den el color dorado a las mazorcas y nos alimenten. Regalmosle al mundo la hermosura de la desnudez, regalmosle nuestras vidas sin taparrabos.

No dcbciiios iieg:irlcs la verdad a los amigos, a los ciiciiiigos, auiiiliie les duela coiiio iiiia Il:iga eii la cara, iio debciiios giiardarla. Al merzosflores, al menos cantos Quiero una Iiuelga donde vayamos todos. Uiia huelga de brazos, de piernas, de cabellos, iiiia huelga iiaciendo cii cada cuerpo.

Quiero una Iiuclga de obreros de choferes de t6cnicos de mdicos. Quiero uiin huelga grande, que hasta al amor alcance. Una huelga donde todo se deteliga, el reloj las fbricas cl plaiitcl los colcgios el bus los hospitales la carretera los puertos Una huelga de ojos, de manos y de besos. Eiitoiiccs, iremos a despertar a nuestros inucrtos con la vida que ellos tios legaron y todos juntos cantarenios iniciiri.

Qu sos siiio un triaiigulito de tierra perdido cii la initad del mundo? El tiempo que no Iie tenido el ciclo azul y sus nubes gordas de algodn en rama, sabe que el dolor del exilio lia liecho florecer cipreses en mi carne. Es dolor el recuerdo de la tierra mojada, la lectura diaria del peridico que dice que suceden cada vez iiiis atrocidades, que mueren y caen presos los amigos que desaparecen los campesinos coino tragados por la montafin.

Es dolor este iiiovertne en calles con noiiibres de otros das, otras batallas, de otros personajes que iio son de iiii historia. Es dolor caiiiiiiar entre caras descoiiocidas coi1 quienes no puedo coinpartir uti poema, Iiablar de cosas de la Limilia o simplemciite despotricar contra el gobierno.

Es dolor llegar hasta el borde, ver de lejos el lago. Eclio n In alegrz'n Mario Betiedetti Claro que iio somos una poinpa fiiicbre, a pesar de todas las lagrimas tragadas. Aunquc nacimos para ser felices nos veinos rodcados de tristezas y vainas, de muertcs y escondites forzados.

Es aire lo que se respira en las moiitaias, a pesar de los gritos, es aire lo qiie se respira, es aire, todos est;iii oliciido -siibrcpriciameiite y a escoiididasun aire liinpio. As caiiiiiiainos, descalzos sobre esta tierra labrada -dc Igriiiias y inucrtoscomo caballos pero sieinprc cniniiiniido iiiveiitaiido alqiiiiiiias para que brote el pan nuestro de cada da y iio inurarnos Iioy y sigamos Iiichaiido.

Irla haciendo corno rompe-cabezas. Conjurar el firruro. Construir la esperanza. Estoy esperando la palabra que Iiabr de salvarme de los artificios, la contrasea que habr de revestirme de nube o arcoiris, la que me apartar del gesto ocupado de levantar el telfono para decir frmulas, la que me sacar de las serias paredes de una oficina donde estoy coino paloma enjaulada, haciendo que hago, mientras por fuera hay flores, rabia, sudoi; manos que esperan el redondo amor gatillo de pistola.

No c:iiita ya caiicioiics de cuna, canta canciones de protesta. Va despciiiada y llorando iin amor que la envuelve y sobrccoge. No quiere ya slo a sus hijos, ni bc da slo a sus hijos. The novel follows two parallel stories: Open Preview See a Problem? She has been living in both Managua and Los Angeles since Published by Anama first published La poesia di Gioconda Belli, erotica, femminista, profondamente personale, possiede uno bepli che sfugge a qualsiasi corrente.

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